*~Personajes Principales: Keep Away The Dark ~*

martes, 13 de diciembre de 2011

NUEVO BLOG!

Siento haber estado tan perdida durante tanto tiempo, tube un accidente i estube retenida en el hospital.
En ese tiempo, perdi la noción del tiempo y cree otro blog, que espero que leais con dilación y me animeis a escribir la novela nueva que esta ahi ccolgada.

http://abrazalanoche.blogspot.com/
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Mi nuevo blog. Hay el inicio de una novela que empecé a escribir en mi estacia en el hospital.
Un beso y gracias a mis seguidores i a mis visitas.
Y de nuevo, mil perdones por esa ausencia.

sábado, 4 de septiembre de 2010

Sorry ;(

Aixxx! Lo sieeento! Son las fiestas de mi pueblo y me quedo a dormir a casa una amiga... y no podre entrar mucho ni seguir poniendo capitulos en dos dias pero prometo que el Lunes sii pongoo y si cale 2 :D

Cuidaaos y suerte! Buen finde compiis

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Os presento a la mala: Mishia Phantometia



Hola, ¡Silvia's here *-* !


Amig@s vengo aquí os dejo un nuevo capítulo –sonríe- aunque la letra esta es para… como lo diría… sus pensamientos. Espero que os agrade de todo corazón y que me perdonéis por haber puesto una escenita como la que veréis, según una pagina web este tipo de contenido es para 15 a 18 de edad y lo leyó mi prima de 13 y lo encontró normal, ya que se lee Sherrilyn Kenyon… en definitiva, os agradecía mucho que me dedicaseis un comentario que diga si os gusta la historia ya que la historia repito, ya esta echa y consta de 522 paginas, y he hecho este blog para cambiar si algo no esta bien o no es de agrado. Y nada, adelantaros que mientras mas dentro de la historia mas mejor y mas acción… ji ji ji pero no os puedo contar nada, ya que os estaría dando spoilers ¬¬

Os quiere... Juuri Kuran o Silvia, como lo prefirais -y yo normalmente no hablo tan formal... hahaha- es solo que me gusta dedicarme a vosotros con respeto ^.^



Adelante con la Historia ya que leer es de los mejores placeres de la vida...



3



El viento hacia volar la ropa tendida mientras yo tendía la ropa en el tendedor. Sonreía con la esperanza de verlo otra vez. Noctis había salido a entrevistarse por el portal que daba a la Tierra y llevaba varios días fuera. Yo esperaba con ansias encontrarlo. Eran las doce del mediodía y debía ayudar a las cocineras a preparar la comida, como todas las aprendizas con la comida. La comida que saborearía el príncipe cuando llegase. Sonreí y me dirigí hacia la cocina por los patios del palacio. La vida siempre era igual, una rutina cuando el rey y el príncipe no estaban ahí. Todos los echábamos de menos. En cambio la princesa-zorra si estaba ahí, con uno de sus sirvientes –y guapo se debe decir- coqueteando y haciéndose manitas. Si, sin duda alguna odiaba a la princesa-zorra. Cuando el príncipe no estaba, ella se ligaba a todo macho en el planeta. Casi un 100% de los machos del palacio ya habían caído en sus brazos. Ella, era una mujer arácnida, así que conocía bien como atraer a los hombres. Sin duda, era toda una belleza deslumbrando la cual nunca me podía comparar y a pesar de todo, era la prometida del Noctis. Pronto seria la princesa Parthenopaeus o reina ya que según se, por los murmullos de por ahí y por allá el Rey pensaba ceder su trono en cuanto Noct se casase. Y eso, me destrozaba el corazón ya, que una vez fuese Rey… la sirvienta Real y mi profesora, sería su sirvienta personal. Y eso era equivalente a no verlo nunca más. Esos pensamientos me entristecieron y varias lagrimas resbalaron mejillas abajo. Si, sin duda, la vida sin Noctis seria una mierda. Seque mis mejillas con la manga blanca de mi camisa y seguí adelante a paso rápido. Debía apresurarme. Todos esos pensamientos me hacían sentir cada vez mas y mas mierda. ¿Cómo podía una simple sirvienta Nefilim como yo… salir con un Rey? Je je de verdad, dolían los pensamientos esos. Si hubiera nacido en el cielo, como un ángel normal y corriente, en vez de con una madre humana, ahora mismo seria una princesa o una noble iluminada, ya que mi padre, según me contaron, es un arcángel. Maldije porque nací en el lado equivocado del roble y aligere mas el paso, para sacarme todos esos pensamientos dolientes de mi cabeza. Solo una persona podía hacerme feliz sin darme nada, y esa persona era mi Noct. Con una sonrisa empecé a dar saltitos dando vueltas e imaginando que yo y el bailábamos en la gran sala de fiestas del palacio, como princesa y príncipe o como dos seres iguales. Si, esos pensamientos me reconfortaron por dentro y dejaban ir la tristeza y frustración que había en mí. Aunque rápido se esfumo la sonrisa al ver que delante, con una sonrisa burlona y totalmente divertida, la noble Mishia Phantometia. Su largo pelo negro como alas de cuervo totalmente liso caía por su espalda hasta casi al suelo. Llevaba dos pasadores de perlas que recogías dos largos mechones de pelo que caían por sus hombros, cubriendo la tela de sus pechos. El vestido, rojo pasión y corto por encima de las rodillas era precioso. Algo que yo nunca podría permitirme. Los zapatos de tacón alto eran negros y brillantes. Maldecía a la princesa-zorra mientras imaginaba ese vestido puesto en mí, pero al tener pelo rubio no encajaría tanto como a ella. ¡Ahhhhh!


Quería gritar. Puso las manos en jarra en su cintura mientras vocabolizaba: pringada.


- Oh, mira a quien tenemos aquí –Rió- La sirvienta del príncipe.


Me sonroje mientras intentaba concentrarme para hacer una reverencia más o menos decente.


- ¿Desea algo, mi lady? –Pregunte tímidamente mientras intentaba recrear su asesinato en mi mente.


- -Oh si. –Se abanico y se acercó hacia mi. Incluso su caminar era noble. Paso, stop, paso, stop, paso, stop, paso… quiera estrangularla.


Hice una reverencia sin mirarla a los ojos, ya que era de mala educación mirar a los ojos a alguien de más rango que tu.


- ¿Qué quiere my lady? -Pregunte, Oh dios, cuanto odiaba referirme a ella así. Era una hipócrita, creída, zorra y rififi.


Ella sonrió de manera maliciosa.


- Quiero que te alejes de el –Se acerco a mi sin hacer su paso noble, más bien parecía una carrera improvisada y eso de, una vez la ves, ya te esperas lo que viene después. Con la mano al aire, me golpeo con tal fuerza que la cabeza se me giro hacia un lado y me dejó la mejilla hirviendo y dolorida.


Unas lágrimas, cobardes, empezaron a deslizar por mis mejillas y las maldije.


- Si no te alejas de él, esto será lo mínimo que recibirás de dolor –Chillo- ja ja ja, ¿pensaste que no me enteraría? -Me golpeo de nuevo- Eres una zorra que quiere fastidiarme, ¡que no quiere que suba al trono!


¿Se le abría caído un tornillo? Aunque las mejillas me dolían y escocían no pensaba tolerar ese trato de nadie. Le devolví el golpe con toda la fuerza angélicamente posible que le giro el rostro de lado y se me volvió, con un rostro sorprendido y aturdido que me hizo reír. Pronto, su verde mirada brilló con furia y su cuerpo empezó a cambiar, su precioso pelo se volvió áspero y voló solo, como si flotara. Sus manos se volvieron garras y sus ojos sin blanco, solo verde con la pupila amarilla y alargada. Me cogió del cuello y me alzo. Mierda, pensé que iba a morir. Me aferre a ella de sus brazos con toda mi fuerza.


- Tu, humana insignificante osas mancillar mi precioso rostro –Agarro aun mas fuerte mi rostro, pensé que me iba a partir el cuello y mas lagrimas resbalaron por mis mejillas. Me alzó y con un poco de balance me lanzo lejos.


Mientras volaba hacia un destino que no sabía donde terminaba, se me hizo eterno cuando choque contra un muro descrebrajandolo. Luego, un dolor enorme me invadió, tal dolor que desee morir para no sentirlo. Ella se acerco a mi con pasos decididos y me señaló con un dedo/garra. Su mirada era llena de furia. De verdad pensé que iba a morir ahí. En ella podía distinguir pequeños pelitos en las manos y en las piernas. Pelos de araña. Y yo odiaba las arañas. Las odiaba a morir. Se arrodilló y sonrió maléficamente. La verdad, odiaba las formas originales de los seres mágicos, la mayoría eran asquerosas. La única que no había visto era la del príncipe y la del rey. Y por supuesto, la mía, no tenía ni idea de cómo era porque nunca había llegado a transformarme en mi verdadera forma, era como si, cada vez que me acercaba se escapara de entre mis dedos, como aceite en agua.


- No voy a matarte, enana –Advirtió- Pero te daré un castigo que te merecerás.


Acerco su asquerosa garra hacia mi camisa, rajando los botones y quedándome en sujetador. Tocó justo debajo de mis pechos y un escalofrío me recorrió entera, seguido de un dolor espantoso. Parecía que me quemaran por dentro y chille. Suplique a dios –ya que soy medio ángel- que me salvara, pero no. Dios no ayudaba a Nefillims, el se reía de lo mal que lo pasábamos. Con los ojos llenos de lágrimas distinguí una mancha negra, pero no podía fiarme de mi vista, ya que estaba totalmente desenfocada por las lágrimas. Pestañeé gritando y maldiciéndola cuando lo vi.


Un tatuaje tribal en forma de flor yacía en mi pecho. Era negro y rojo, pero, pensándolo bien, eso no debía ser bueno. Ya que la zorra no debía haberse molestado en hacerme un bonito tatuaje. Rio al ver que lo miraba. Una risa maléfica, de bruja.


- Esto, enana –Escupió en el, lo que sabía que la saliva de los seres demoniacos llevaba poderes de ellos y sellaban sucesos o heridas- Es una maldición que lanzo a ti. Nunca podrás decir la verdad, tampoco podrás mentir. Cuando alguien exija saber algo no podrás contarle nada de nada, simplemente quedarte callada y huir. Serás una cobarde para toda tu eternidad.


Y dicho eso, resquebrajó mi sujetador, cayéndome al suelo y quedándome la parte de delante de mi cuerpo, desnuda. La cubrí con la camisa mientras sollozaba y la miraba con rabia.


- Ahora, enana- Sonrió con malicia- Hazme una reverencia como el rey manda.


La vergüenza que sentía era sin duda, enorme. No quería arrodillarme ante ella, tampoco darle una reverencia que no merecía. Pero la orden de un noble era imposible de replicar y mucho menos incumplirla. Cubriéndome los pechos, desnudos e intentando levantarme sin la ayuda de las manos, me incorpore. Di gracias al rey que no había nadie ahí, solamente yo y ella. Mirándola con furia le hice una reverencia mal echa. La cual ella rio burlonamente. Si la risa se pudiera coger, la hubiera puesto a ella donde le cabía…


Cuando me incorpore ella me cogió de la barbilla, con fuerza. Era casi seguro que el dio siguiente tendría un buen morado, pero eso no era de menos. Ahora volvía a ser la preciosa princesa, no la zorra-araña anterior.


- Hazme una reverencia como el Rey manda, no usaste los brazos.


Maldecía. Si dejaba ir los brazos mis pechos quedarían al descubierto. Lagrimas resbalaron por mis mejillas otra vez mientras volvía los brazos donde hacia falta. A ambos lados de las piernas. Di gracias a dios, que no me hubiera dado mucho tamaño de pecho. Mas bien eran normales y bien sujetos. Le hice una reverencia mientras en mi mente soñaba que era ella quien me la hacia y la pateaba el trasero. Rio burlonamente.


- ¿Ves? –Exclamó- Así es como debes vestirte, para dar honor a tu personalidad de zorra.


Le envié una mirada envenenada mientras me ponía aun más en ridículo.


- Ahora… -Rio- ¿A que de verdad eres una zorra?


Y dicha la pregunta, mi cuerpo se movió solo. No podía responder, la garganta no me respondía y una presión enorme se apodero de mi corazón. La única manera de que se fuera, aunque no la sabia, supe que era salir corriendo. Pero ella no conseguiría lo que quería. No se lo pensaba dar. Prefería morirme que obedecer a esa bruja, aunque el dolor era tan terrible…


Mas lagrimas se salieron de mis ojos, sin poder evitarlas y resbalaron por mis mejillas, humedeciéndolas. Ella pareció darse cuenta de mi reacción así que se lo tomo con una mueca de asco. Rio y se acerco un poco a mi.


- Te dejare, enana –Exclamó- Pero no te dejaré tranquila hasta que lo dejes en paz.


Dicho esto, con un movimiento elegante –y tremendamente practicado a la perfección- giró dándome con su pelo y retrocedió por donde había venido; dejándome ahí, sola, de nuevo.


Intenté taparme con la camisa mientras intentaba concentrar todo mi poder para desmaterializándome hacia mi habitación. Una vez ahí cogí una camiseta cualquiera, la cual me la puse y Salí pitando hacia la cocina, sin saber… lo que ese tatuaje comportaría en mi vida.






martes, 31 de agosto de 2010

Portada del libro :)



Hola! Hice una portada para este blog espero que os guste ya que me dedique un monton de tiempo para hacerla u.u’’


Tambien el principio del libro ya que consta de dos partes –sonrie- este es el libro de Noctis el demonio mas poderoso, debo informaros que ya esta terminado, junto a sus dos libros gemelos, la cual sus protagonistas son Train y Sara el otro un personaje que saldrá mas adelante y no quiero adelantaros sucesos ^^

-Debo disculparme por las multiples faltas de ortografía ya que esta letra no me deja poner acentos T__T Mi nombre es Silvia Pelegri y mi gran dream es ser escritora, publicar y que hagan una película n.n

Y el principio del libro -lo hice despues del capitulo 1 jiji fallo mio, el libro empieza asi:

PARTE 1

Inferno

«Do you really want? Do you really want me?

Do you really want me... dead or alive?

-laughs- alive to torture for my sins or alive for be my lover?»






Juuri os deja amigos :) Disfruten del dia y hasta la noche :D -hugs and kisses-

domingo, 29 de agosto de 2010

~Capitulo 2~

2

No era la primera vez que sentía esa genial sensación de estar en una nube, durmiendo sin ningún dolor ni angustia. En realidad, el estado omnisciente de dormir es mi tiempo favorito de la vida, no hay dolor, no hay nada. Puedes crear lo que quieras, puedes ir a lugares inimaginables… si, extremadamente perfecto. Pero toda perfección tiene al final y ese final es, cuando abres los ojos.

Al principio no sabía ni tenía ni idea de donde estaba. La vista no se me estabilizaba por mucho que intentara abrir los ojos y tenía esa extraña sensación de tener los ojos pesados, como si hubiera estado llorando. Y evidentemente humedecidos. Había estado llorando. Luego me asaltaron los recuerdos, mi huída de Noctis y nuestra pequeña charla. Si, realmente estaba avergonzada. Tampoco tenía que adivinar donde estaba ahora, ya que mi cama no era ni de largo, tan blanda como la que estaba tumbada ahora mismo. Ni mis sabanas eran de seda ni tan finas como las que me arropaban suavemente. Así que si abría los ojos, me encontraría con la persona la cual le debía una gran disculpa. Mierda.

Saqué de mi interior la fuerza necesaria como para abrir los ojos y enfrontarme a esa persona.

Realmente estaba en su habitación. Tumbada en su cama. Arropada con sus sabanas y completamente sola. Miré a lado y lado y no había nadie. La cual hizo preguntarme porque, estaba sola ahí. La habitación era sin duda, maravillosa, como cada vez que había entrado ahí dentro. Las paredes eran de color gris y el suelo, de una suave tela de color negro, adornado con una alfombra magistral roja. Su cama era altísima, como él. Era una cama imperial, alta, oscura, con las sabanas perfectas, de color rojas también. El armario era un vestidor. No había mucha decoración, simplemente pinturas de él y su familia. La puerta estaba cerrada, así que tampoco podía salir. Ya que la norma de las sirvientas es, si el amo no quiere que salgamos, cierra la puerta. Si quiere que salgamos, la deja medio abierta. Suspiré y me senté en la cama, poniendo la cabeza contra la cabecera de la cama, de cojín negro. Preparándome para esperar a Noctis de vuelta a la habitación.

No os mentiría, os lo aseguro, si dijera que me gusta el príncipe. Pero también, como toda chica del Inferno, tenemos nuestras fantasías con él. Aunque yo con más razón, ya que de verdad me gusta Noctis, es decir, he estado enamorada de él desde el principio de los principios y el también. Pero como toda chica, hace cien años yo era una simple niña enamorada de su cuidador. Y prometimos cosas… como que nos casaríamos, saldríamos juntos y tal… pero cuando crecí y abandoné mi mentalidad de niña, esos sentimientos aun estaban ahí, aunque ahora comprendía que él, con más edad de cualquier de nosotros, yo solo era un embrión a su lado. Deje esa mentalidad, e intenté alejarme de él, pero no pude. Esos sentimientos seguían ahí, apuñalando mi corazón y el tampoco hacía nada para evitarlo, ya que sus sentimientos también estaban ahí. Mientras yo me iba alejando, el iba acercándose a mí, cada vez mas y mas.

Y luego… apareció su prometida. Mishia Phantometia. Una noble del lado oeste. Hermosa, de avanzada edad (2000 años más o menos) y no era una mera sirvienta. Je je, se ve que los espíritus no quieren que estemos juntos.

Suspiré al mismo tiempo que me salía de entre las sabanas y salía de la cama. Salí de la cama y caminé por la habitación, desperezándome. En el techo había una lámpara araña, de esas de impresión que iluminaba la habitación como mil centellas. Dirigí mi mirada, lentamente, mirando cada parte de la habitación hacia el balcón. No había cristal ni puerta, simplemente una abertura redonda desigual de piedra que daba al exterior. Salí por la abertura y salí al exterior. La luz me segó un momento pero fue difuminando hasta que logré ver la vista que tenía ya memorizada desde pequeña.

El castillo flotante estaba entre las nubes, aunque hoy el cielo estaba claro y sin ninguna. Se podía ver claramente las montañas Ajún y el mar, las tierras del norte y la plana de los lamentos. Los pájaros infernales –rojos, grandes- parecidos al ave fénix sobrevolaban los cielos. Inspiré aire y lo exhalé. Llevé los brazos en alto y grité.

Gritar siempre me relajaba. Era como cortarse las venas en ciertas personas, que el simple hecho de sangrar les relajaba. Gritar me relajaba a mí. Aunque, siempre, al darme cuenta de lo que hacía no tenía sentido me desahogue en risas. Hoy era sábado. No había clases ni tampoco tareas, simplemente tenía que ejercer mi trabajo de sirvienta. Sonreí y me giré para entrar en la habitación cuando me lo encontré.

El estaba de cara a mí, apoyado en el marco de la abertura que daba al balcón. Sus labios formaban una curva burlona y su mirada llevaba ese brillo también.

Me pasé una mano por el pelo, revolándome mientras me sonrojaba cada vez más y más. Le mostré una sonrisa mientras me escabullía por su lado para entrar dentro de la habitación cuando él me agarró de la cintura y me atrajo hacia él.

- Buenos días, Evan –Sonrió mientras apoyaba su nariz en mi cuello.

- Bu-Buenos días, su Alteza –Tartamudeé.

El rió mientras se separaba de mi cuello.

- Tengo hambre –Murmuró, con una mirada de lo más seductora e con un toque infantil.

Si, claroooo. Su hambre era sin duda diferente al resto. Ellos tienen la gran vista comida de la sangre. No son vampiros pero ellos descienden de los demonios. Y otra de mis tareas es hacer todo lo que el demonio quiera, a pesar de mí… opinión.

Lo miré fijamente.

- ¿Por qué me llevaste a tu habitación, su Alteza? –Pregunté. Si digo una verdad, siempre me ha costado hablar con educación y respeto. Soy más de “Eh tu, vente pa ca” XD

El se acercó un poco a mí. Lentamente.

- Porque no podría haberte dejado ahí, cualquier… -Sus ojos se tornaron gélidos y su mirada agresiva- hombre podría haberte recogido –apretó los puños- y tu eres mía.

Reí. Cuando alguien se alimenta muchas veces de la misma persona aparece un gran sentimiento de posesividad.

- Claro, soy tu comida –Murmuré mientras me alejaba hacia la puerta abierta de la habitación, esquivándolo.

No quería mirarlo a los ojos, porque me encontraría a dos profundos mares tristes.

- Nunca… -Murmuró y su tono de voz destrozó mi corazón.

Me giré para verlo con un aspecto aturdido y derrumbado. Como un niño que no sabe si llorar o no. Sus ojos eran muy tristes mientras me miraba.

- ¿Qué te pasó, Evangeline? –Preguntó, sin acercarse y esa distancia me rompió los muros anti-amor de mi corazón – ¿Por qué cambiaste tanto? ¿Qué te hizo cambiar?

Habían muchas respuestas: la edad, el rango, la raza… pero la que resumía a todas era el miedo.

- Tengo miedo, Noct –Murmuré, desde la lejanía.

Sus ojos se agrandaron cuando empezó a caminar hacia mí, y cada paso suyo me hacía temblar. Cuando por fin se acercó a mí, me tendió una mano, que me rehusé a coger. La rabia se asomaba en sus ojos, ahora gélidos como el hielo. Me cogió por los hombros y me llevó hacia él. Con ansias. Su abrazo era un alivio para mi corazón. Su aliento en mi cuello, sus labios rozando esa tierna piel de la oreja, sus manos llevándome hacia él, fundiéndonos en un abrazo. Mantuve los brazos caídos, sin valor para abrazarlo también.

- Evan –Murmuró, como un suspiro- sabes que nunca nadie podrá hacerte daño mientras yo esté vivo.

Sus palabras rozaron los limitos insospechados de mi alma, aliviándome. Intenté llevar una mano hacia él, pero no tenía suficiente fuerza de voluntad como para moverlas. La dejé caer de nuevo.

- No sé qué ha pasado para hacerte cambiar tanto en poco tiempo… -empezó, su voz de verdad parecía derrumbada- pero cuando sepa, quien coño te ha hecho cambiar… juro que le desgarro la garganta mientras le saco la piel a tiras.

Supe, sin dudas algunas, que ahora sus ojos se habían vuelto rojos ya que su voz si parecía de verdad demoniaca cuando pronunció su juramento. Palabras sin sentimiento y frías que hacían tiritar.

- Porque –continuó, con la misma voz- este cambio tuyo me desgarra las entrañas –escupió- contigo me sentía alguien normal, mi rango no importaba- murmuró, recordando el pasado- era tu y yo –alejó el rostro de mi cuello mientras me miraba con esos ojos rojos y me perdía en sus alargadas pupilas de felino- Evan…

Su nombre deshizo el poco hielo de mi corazón mientras lagrimas empezaban a deslizarse por mis mejillas. Lloré en silencio, mirándolo a los ojos.

Ella había dicho que no le contase nada, pero no que no le mostrara. Toqué su hombro, lo agarré mientras lo acercaba a mí. Lo llevé hacia mi rostro cuando lo toqué con la frente. Frente contra frente mientras abría mis recuerdos y le mostraba el que quería. Luego, todo se volvió blanco.

sábado, 21 de agosto de 2010

~Capitulo I~

I: Ángel y Demonio

La mejor forma de tratar con la realeza es nunca míralos a los ojos, mantener la cabeza gacha y nunca, repito nunca intentar ser su amiga.

Se debe hacer una reverencia al entrar, al salir y cuando ordene algo.

Se debe entregar la comida por el lado izquierdo y remover el plato por el lado derecho.

¡Oh, dios… que royo de clase!

Mire a la Miss. Stella Pherthersy. Sus clases siempre eran de “cómo tratar a la realeza”, habíamos entrado ya en ese tema. Mientras ella recitaba muchísimas más frases sobre cómo ser una señorita, yo me recogí y el pelo y con un mechón hice un nudo para una cola. Cogí el bolígrafo y miré a las demás aprendices de sirvientas, todas ellas apuntando y mirando a la Miss Stella como si fuera una dama de la realeza. La admiraban porque era la sirvienta personal del Rey Hermphenteus. Rey del Infierno. Aha, estamos aquí, el paraíso rojo donde todo es rojo bla bla bla. Nunca os creáis lo que dice la biblia, el infierno no es tan rojo, ni tan feo, ni tan caluroso. El Infierno es un mundo, diferente a la Tierra, donde van los humanos que se han resignado a morir e ir al cielo –otro mundo- o gente que ha encontrado el portal sin querer. El infierno es bonito, con grandes océanos, bonitas playas, montañas flotantes y no flotantes y bosques frondosos. ¿El más interesante de todo? El palacio real. Donde vive el rey con su hijo, Noctis. Noctis, el hombre más deseado, con más edad de lo que os podáis llegar a imaginar, es el soltero de oro. Noct, es un hombre de aspecto imbatible. Atractivo hasta los límites, frio e inteligente. ¿Y lo bueno? Yo soy su sirvienta. En la academia me tenían como prodigio y me entregaron a él. Para que entendáis la historia (mi historia) primero os tengo que contar algo básico. El Infierno está en guerra con el Cielo. Esto todo el mundo lo tiene claro, el infierno no está ocupado por demonios, de demonios solo hay dos, el Rey y el Príncipe. Los otros somos Daimons, vampiros, hombres lobo, hadas… todos los seres mitológicos que os podáis imaginar están ahí. El campo de batalla es siempre en la laguna negra, aquí, en el Infierno. Es un gran desierto que está al final del continente de Ilíada. Allí, cada ciento cincuenta años se batallan las más grandes fuerzas de los dos reinos, y “Laguna” es referido a lo que fue hace mas de diez mil años, una laguna negra. ¿Yo? Yo soy una Nefilim. Semi-ángel, como podríais también nombrarme. Mi padre, un ángel de alto rango del cielo me tubo, con una mortal. El Cielo me envió aquí y hace doscientos años que estudio para sirvienta. Me llamo Evangeline Himmel aunque me llaman Evan.

El timbre sonó sacándome de mis pensamientos y volviéndome a la realidad. Mierda. Tenía que irme antes de que llegara ÉL. Recogí los libros lo más rápido que pude y lo metí todo dentro de la bolsa de ropa negra echa por mí, la cerré, me la colgó del brazo y salí pitando. Pero allí estaba toda la multitud gritando y emocionada, cubriendo la salida alarmados por alguien, y yo ya sabía quién. Me abalancé, enfadada hasta el grupo. Me abrí camino con los brazos, entre la multitud y lo vi.

Ahí estaba el. Con todo su esplendor oscuro, con todo su poder. Con toda su arrogancia… con toda su hermosura peligrosa.

Noctis Darhanpeus El Príncipe de las Tinieblas en persona estaba ahí, vestido con una chaqueta negra, de capucha amplia, la cual llevaba puesta y unos pantalones blancos, tejanos, importados de la Tierra. Ahora la moda Terrestre estaba aquí, con más éxito que nada, todo el mundo vestía como allá. Unos pantalones blancos de esos apretados tejanos, creo llamarlos pitillo y esa chaqueta. Con toda su altura, una vez que paré en primera fila de observadores alzó la mirada hacia mí. Esos ojos helados se quedaron clavados en mí, sin moverse. Observándome. Mi corazón latía tan rápido que me era imposible pensar con claridad.

Evangeline…

Sus ojos me atraían a él, se incorporó y caminó hacia donde estaba yo. Me tendió una mano, esa pálida mano con esas uñas largas… afiladas… ah, la mano más sexy en la vida xd.

¿Qué haces? Le pregunté alarmada, mentalmente.

Salvarte…

Le tendí la mano y el la tomó, en antes de un parpadeo se había tele portado a los túneles que llevaban al palacio.

Con un suspiro se acercó a mí, temblando.

¿Qué te ocurre? Estás todo raro… más raro de lo normal.

El suspiró y me abrazó.

- Quería verte…

Lo miré, levantado una ceja.

- Y porque quiere verme, ¿Su Eminencia? –Pregunté, en tono burlón.

Por cierto, entre él y yo no hay nada. Simplemente relación entre amo y sirvienta, aunque para él, eso no le basta. Mentiría si dijera que no le gusto, el está enamorado de mi desde que me vio, según dice. Así quee... yo tengo que ser la única sensata, y alejarlo de vez en cuando. Aunque…

El corazón no miente y ahora mismo me iba a mil y sabia, por mala fortuna, que si yo lo podía sentir, el lo oía desde bastante lejanía.

Je je, por mi mala fortuna, yo sentía algo por el también.

Lo miré, el me miró y… el tiempo pareció detenerse. Sus ojos cambiaron de azul gélido azul marino y revolvieron la parte la cual estaba enamorada de él. Se acercó a mí, derritiéndome y me abrazó.

- ¿Por qué sigues resistiéndote? –Preguntó, con una voz llena de dolor.

Solté una risita nerviosa.

- Je je –Intenté apartarme de él pero al darse cuenta, me encrestó contra la pared del túnel –literalmente- y hundió su cabeza en mi cuello, me salió un gruñido alarmado, al sentir el contacto de su nariz sobre mi cuello y lo empujé lejos, aunque me encontré con un muro de puro musculo, plano, duro que ni se movió un centímetro. Solté un gemido cansado- Yo tengo que ser la más responsable, Señor.

El gruñó contra mi cuello y me apretó más contra su cuerpo.

- No hay diferencias entre tú y yo, Evangeline –Murmuró, su tono quería hacerme llorar de la angustia y dolor que expresaban- No trates de alejarme de ti…

Esas palabras sonaron a música celestial en mis oídos y ya no te digo lo que sonaron en mi corazón. Volví a envestir contra él, para soltarme del calabozo que hacían sus brazos contra la pared.

- Mientes –Repliqué.

Gruñó de nuevo y acercó las manos, que estaban en la pared hacia mi nuca, abrazándome.

- No miento, Evangeline.

Solté una risita nerviosa e intenté escaparme de él, aunque sin logro alguno. La verdad, os estaréis preguntando cuando empezó todo esto… y el porqué no termino con él y punto y final. La respuesta está enumerada:

1- El es la realeza, un príncipe heredero del trono, para ser exacto.

2- Soy una sirvienta, en la pirámide alimenticia los de arriba se comen a los de abajo y yo más abajo no estoy, incluso una mosca demoniaca tiene más nivel que yo.

3- Soy mitad ángel y eso es aun más bajo, en la sociedad demoniaco.

4- El es un demonio, el más poderoso ser del infierno. ¿Cómo diablos alguien como él puede acabar con alguien como yo?

- Es obvio que mientes, su Alteza –Murmuré, haciendo fuerza contra él, para escaparme.

El suspiró, la cual hizo que me estremeciera al estar en contacto con su aliento. Frio, como su tacto. Debo apuntar, que los demonios no les late el corazón y por lo tanto, están tácticamente muertos. No tienen temperatura corporal, ni necesidades humanas. Aunque pueden hacerse latir el corazón a voluntad, la cual comporta lo que he contado antes.

- Evangeline –Suspiró y alejo su cara de mi cuello, poniéndola justo delante de mí, mirándome con ojos azul turquesa –No miento.

En esa mirada había tanta necesidad que me estremeció. Me arrodillé para pasar por debajo sus brazos e empecé a caminar túnel arriba, con los ojos humedecidos.

Debéis estar pensado, porque soy tan horriblemente tonta, por negar mis sentimientos a tal persona, que, si es mutuo porque no me lanzo a sus brazos y me hundo en todo su ser. La respuesta es simple, no hay lugar para mí en esos brazos gentiles ni en esa seductora voz. Un escalofrió recorrió mi columna de arriba abajo. Me abrace a mí misma, con los brazos mientras ahogaba mi llanto. No quería girarme y verle a él, no quería que supiera que estaba llorando.

Me puse a correr, túnel arriba por esas paredes de roca virgen, de granito negro con estacas ardientes. Las luces se hacían borrosas mientras bailaban su ardiente y mortífero baile. No miraba atrás, no quería verle cuando me topé con un muro blando, la cual hizo que perdiera el equilibrio y que empezara a caer hacia el suelo. La cual me cogió por la muñeca y me acercó hacia el muro. Con los ojos llenos de lágrimas solo pude sentir el sedoso roce del pelo negro de Noctis. Me abrazó, llevándome entre sus brazos y levantándome del suelo. Le di pequeños puñetazos con los puños cerrados en su espalda para que me bajara, pero no lo hizo.

- ¿Por qué haces esto tan difícil, Evan? –Murmuró, mientras empezaba a caminar túnel arriba, dirección al palacio real.

- Porque… soy la responsable aquí, tontorrón –Murmuré mientras caía rendida por el sueño y el cansancio.

† Keep Away The Dark Protagonistas †

~No me digas que el cielo es el límite... cuando puedo llevarte aún mas lejos...~


Huulaa! Me llamo Silvia y como muchas de vosotras sueño con ser escritora :)

Me centro mas en los demonios, ya que los vampiros estan muy usados ultimamente... Soy Soñadora, imaginativa y.. me encanta leer, mas bien amo leer :O Tengo casi todos los libros publicados en españa sobre vampiros y seres magicos xD


Espero que os gustee!

Aqui os pongo los personajes :D

Los Protagonistas :D


Evangeline Himmel:



Evan es una Nefilim que medirá alrededor de 1'60 m, de cabello rubio claro y liso hasta casi la cintura y sus ojos son verdes. Piel fina y delicada, heredada de su padre, ella es una Daemon, una ángel expulsada del cielo, y por lo cual, lo más bajo del infierno. Sus labios son carnosos. Es la sirvienta del príncipe del Infierno.



Carácter: Evan es alegre y vivaz, siempre lleva pintada en su cara una sonrisa y casi nunca está de mal humor. Pero aparte de todo lo bueno. Evan también puede llegar a ser borde y sarcástica con quien la trata igual. A primera vista parece una inocentona, pero ella siempre está intentando parecer algo que no es.












Noite Darhanpeus


Príncipe del Infierno, el demonio mas poderoso que existe, pelo negro oscuro, presencia impresionante, fría e implacable. Ojos azul hielo. Heredero a rey del infierno. No confía en nadie, salvo en sus más cercanos. En su verdadera forma, nadie ha vivido lo suficiente como para verlo. Tiene los ojos rojos cuando se enfada.


Es un chico algo frío y distante al principio. Más amable y cálido cuando le conoces. Lo más sencillo es... Que le conozcas tú.